Lunes, 23 Noviembre 2015

5 leyendas urbanas (modernas) sobre Valencia

por Alberto R.
Hay una serie de leyendas urbanas, cosas que se cuentan y no llegas a saber si es rumor, es inventado, es real… incluso sobre nuestra ciudad. Te contamos cinco.
‘La Coca Cola es un invento valenciano’: de este ya te hicimos un artículo porque la historia como tal es real (hay pruebas de lo que se cuenta, obviamente), pero lo que no podemos asegurarte es qué fue primero, si el invento americano o el valenciano, ni si la copia es totalmente real… pero es curiosa.

‘La ropa que dejas en los contenedores de ropa de la calle, la acaban revendiendo’. Esta es falsa, al menos en parte. No sé qué harán los encargados de otros contenedores, pero existen una serie de contenedores ‘oficiales’, respaldados por el Ayuntamiento, y cuya ropa se dona a Cáritas, al Rastrell o La Casa Grande. Debes dejarlos en esos (o en centros de ayuda, ONGs, iglesias, etc). Estas organizaciones la recogen, la reciclan, la reparten… pero siempre con fines sociales.



‘La calle Colón es la más cara de Valencia’: cierto, es la más cara de Valencia y la séptima de España, pero siempre hablando de locales comerciales, ya que, como sabes, los negocios más famosos, sobre todo de moda, pelean por tener un local allí por la cantidad de gente que pasa por ella. En cuanto a viviendas, hay calles más caras más caras en nuestra ciudad.

‘Los petardos son un invento valenciano’: es falso. Se inventaron en China, junto a la pólvora, en el siglo IX. Los árabes lo introdujeron en España y en nuestra zona tuvieron mayor impacto por la mayor tradición que existía con el fuego, pero no es un invento valenciano.

‘Si te roban algo y vas al rastro, seguro que encuentras a alguien que lo vende’ a mi esta me la han contado muchas veces, de gente que le robaron una bici o la radio del coche y luego la recompró en el rastro. Hace años no sé, ahora está más controlado y seguramente si tienes la desgracia de sufrir un robo, hay vías mejores (sobre todo para el ladrón) para venderlo sin correr el riesgo de encontrarse con su víctima.