
La isla de Mallorca es uno de esos ejemplos. Es innegable la conexión entre la cocina catalana e incluso la nuestra, pero también es indiscutible esa personalidad propia tan mediterránea.
En Valencia, si no me equivoco, sólo existe un restaurante mallorquín, el S’horabaixa.
Este restaurante se ha convertido ya en un clásico de la ciudad, debido especialmente a su caracter tan esquivo ( no siempre está abierto) y a la exclusividad de sus recetas.
El restaurante está a caballo entre el bistro y la bodega, un lugar para comer cocina muy sencilla y saludable, poco elaborada eso sí, a muy buen precio, siempre que se elija bien los platos que van a ir al centro de la mesa.
Mucho pan en rebanada, aceite y embutido mallorquín. Esta es la clave, llenar la mesa de botifarrones o blanquets, junto a algún queso con mermelada de tomate , cocas de verduras, pescados ahumados y por supuesto la indispensable sobrasada.
A esto hay que añadir algún que otro plato como las ensaladas y los bocadillos, un poco más elaborados.
El restaurante lo disfrutarán especialmente aquellos que se entusiasman con el pan, los que aborrecen las recetas muy elaboradas y saben apreciar el buen sabor de un aceite de oliva virgen y una buena rodaja de embutido regional.
En DolceCity Valencia: S'Horabaixa