
Pues eso mismo. Cada año, yo y toda la gente que conozco (afirmaría toda la que conozco y conoceré, pero queda en verdad un poco pedante) vivimos esta historia por un segundo, y entonamos en nuestra cabeza ese rollito de “¡Este año paso de la Navidad!” Pobres ilusos... al final caemos como todos, o más. Como yo, que este año he caído con todo el equipo cuando entré en la tienda de Las Añadas de España.
¡Qué animalada! Así, a grandes rasgos, esto define el leit–motiv de la tienda... ¿Cómo lo describiría yo? Sí, es como si toooodo lo que falta en la cesta de navidad que te ha regalado tu jefe estuviera allí reunido, esperándote (a menos que tu jefe sea generoso y la haya comprado allí). Y vaya si lo está.

Toda clase de delicatessen de charcutería, unos jamones de escándalo y una bodega que asusta... y todo de primerísima calidad. De hecho, casi asusta un poco entrar porque lo realmente complicado es salir sin llevarse nada. La verdad es que allí está todo lo que buscas para poder montar un buen sarao, pero de los de antes, de los que sabían a comida y bebida de verdad... Ahora sí, las cartas sobre la mesa, y por cartas nos referimos a la tarjeta de crédito, que Las Añadas de España será muchas cosas (exquisito, elegante, sabroso, bien seleccionado...) pero caro también lo es, y un buen rato. Pero ya sabéis pequeños, como dice el magno refranero, y todavía más en Navidad... el que algo quiere, algo le cuesta.
En DolceCity Valencia: Las Añadas de España