Allí encontré fieltro de diferentes y bonitos colores, así que desde entonces suelo acudir allí a comprarlo.

La cosa es que hacía bastante tiempo que no iba, quizá un año o más, pero el otro día andaba buscando una tela para hacerme un traje de flamenca, que este año toca, así que me pasé por allí y recordé porque me gusta esta tienda.
Yo estaba perdidísima, ya que de telas y costura no tengo ni la más mínima idea, así que tras dar unas cuantas vueltas sin encontrar nada, decidí pedir ayuda.
Me acerque a uno de los señores que atienden y le comenté “estoy buscando una tela para un traje de flamenca”, enseguida el tipo comenzó a enseñarme cuales eran las más apropiadas, que colores se llevaban, ¡incluso me sacó algunas a la calle para que las observara a la luz!

Así que gracias a este experto del ámbito textil, una absoluta ignorante de la materia como yo, salió con un precioso “raso-algodón”, color maquillaje con el que voy a hacerme un traje la mar de bonito.
No dejo de recordar con que maña aquel hombre medía, cortaba y doblaba ocho metros de tela en un abrir y cerrar de ojos. Y es que en un sitio así da gusto comprar.
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