Las churrerías o chocolaterías eran los bares de moda antaño. Lugares con tranquilidad pero a la vez con vidilla, donde encontrarse con todo el mundo, un lugar para ver y dejarse ver, siempre rodeados de buenas conversaciones.
De eso se trata este establecimiento con mucha solera. Tiene ese aire vintage gracias a su estilo decorativo de principios del XX, al cuidado detalle en mantelería, sillas, mesas, barra... todo pensado para que pienses que has vuelto 100 años atrás.
Sin duda su especialidad es el chocolate a la taza, calentito y siempre recién hecho. Lo mejor es acompañarlo de unos churros o porras también recién hechos, pero si no también podemos tirar de pastelería y bollería de calidad, muy artesanal.
Por otro lado también para tomar salados, pequeños bocados para entre horas o incluso salir comido del local, pues su amplio horario apetece a casi cualquier hora, tanto para un desayuno tras una noche de fiesta como para un almuerzo, merienda o merienda-cena. Los creps salados son contundentes, casi tanto como sus platos combinados.
Además el trato es cercano, se nota que está situado en un lugar no tan turístico, no tan masificado, lo que permite crear una cercanía con el cliente de toda la vida. Porque cuando lo pruebes, te convertirás en cliente de toda la vida, seguro.
En DolceCity Madrid: La Madrileña