La cocina tradicional es siempre una buena idea a la hora de mover el bigote. Lo malo es que no todo lo que nos pasan por tradicional, es tradicional.
En este caso entramos en una cervecería, más que un restaurante, lo que quiere decir que mejor no poner las expectativas en cuanto a decoración y otras menudencias muy alto. Aquí se viene a comer mucho y bien, y se come mucho y bien. El local es normalito, de decoración austera y trato directo, sin más.
Lo mejor son los platos asturianos de toda la vida: hay cachopo XXL, por supuesto, y también fabada, fabes con almejas o sidra bien rica. Eso por descontado, y además otros productos menos conocidos de la cocina asturiana que merece la pena descubrir.
Lo mejor es reservar porque las mesas no son muy grandes y si somos un grupo numeroso seguramente tendrán que reorganizar el salón para nosotros. Una vez sentados, contundencia en la carta y además a precios más que razonables. Por 20 euros se sale comido y bebido para un par de días como mínimo, cosa que no muchos restaurantes de cierta calidad pueden decir.
Otra opción es sentarse en su barra e ir pidiendo raciones o tapas para probar más cosas y que el servicio sea más rápido. Cualquier opción es buena si el producto es bueno, y en este caso no hay duda de que se cuida la despensa.
En DolceCity Madrid: La fragua