Hubo un tiempo en el que no había chinos (tiendas regentadas por chinos, no personas de China, ojo) ni supermercados que no cierran nunca, ni pequeñas tiendas que tienen de todo a todas horas y reponen constantemente. Hubo un tiempo en el que se hacía la compra en ultramarinos. Y aún quedan.
Uno de ellos es Ultramarinos Quintín, que además se suma a la moda de hacer compartir espacio físico al ir de comida o cena con el ir de compras. No sabríamos decir si es un restaurante dentro de una tienda estilo ultramarinos, o una tienda bazar de toda la vida dentro de un restaurante. El caso es que responde bien a ambas definiciones.
Como restaurante, producto y más producto. Las mesas son pequeñas y las sillas para no estar mucho tiempo. Está pensado como un sitio de paso, con platos poco elaborados, más para el día a día que para un evento o fecha señalada.
Como ultramarinos, mención aparte merecen sus productos de huerta. Siempre frescos, siempre de temporada y con una variedad poco común en este tipo de sitios. Tienen mucho más, y los precios no varían excesivamente con respecto a la gama alta de un supermercado, así que puede ser un capricho sano de vez en cuando.
Mención aparte merece el espacio en sí, con una decoración vintage no recargada pero sí completa, plantas, un toque rural y, eso sí, demasiadas mesas, un pecado demasiado habitual en Madrid para mi gusto.
En DolceCity Madrid: Ultramarinos Quintín