Lo primero es que no debemos confundir los llamados Salones Llongueras con las peluquerías Llongueras. Todas pertenecen a la archifamosa firma de peluquería del excéntrico personaje del mismo apellido, pero mientras en unas te van a cobrar un riñón y parte del hígado por cortarte el pelo, en el otro te va a salir gratis. Sólo has de regalarles tu tiempo, y tu melena.
La idea es tan vieja como la propia moda de cortarse el pelo por un profesional. Para que ese profesional llegue a serlo, antes ha sido aprendiz, y para aprender hay que practicar. Evidentemente van a practicar con tu pelo.
Hay que decir para rebajar el miedo que tú vas a hacerte lo que quieras, aquí no obligan a nadie, y lo más importante es que los alumnos en prácticas están siempre supervisados y ayudados por un profesional de los pies a la cabeza. Vamos que no es probable que te peguen un trasquilón de los que te obligan a ponerte sombrero durante quince días.
Lo mejor es llamar a alguno de estos centros, el que mejor te venga por localización, y preguntar por las próximas sesiones de training, porque es evidente que no te van a cortar el pelo cuando tú quieras, sino cuando a ellos les venga bien por aquello del horario de clases. Una vez allí, ya sólo queda relajarse y aprovechar la experiencia. Lo normal es que salgas mucho más guapa o guapo de lo que entraste, y en todo caso te habrás ahorrado una pasta en comparación con un peluquero ya formado y que, igualmente, también puede cometer un error grave con las tijeras en cualquier momento.
En DolceCity Madrid: Salones Llongueras