
Antes de nada dejar claro que hablamos del bar-café-restaurante Almagro, pero sólo de la parte de abajo. Arriba hay un restaurante con buena pinta, pero del que no puedo hablar por desconocimiento. Pasemos a lo que sí conozco: el sótano. Así planteado parece sórdido y poco apetecible, pero nada más lejos de la realidad. La planta de abajo es totalmente independiente (tiene barra, servicios de hombre y de mujer, hilo musical, etc propios) y se dedica a hacer eventos de todo tipo. Desde cumpleaños hasta reuniones informales de trabajo, pasando por todo lo que se te ocurra.

Lo bueno es que estás totalmente aislado del resto, no es de esos sitios que hay trajín aquí y allá porque no tienen un sitio donde poner única y exclusivamente a tus compañeros de-trabajo-o-lo-que-sea. Aquí te ponen un par de camareras, sillas y mesas alrededor del espacio y por el medio espacio libre suficiente para unas 30 personas (quizá 40 apurando un poco). Te dejan hasta que cierran, y eso es muy tarde, y la barra hace que puedas tomarte cualquier cosa ahí mismo, sin moverte. Otra opción es poner mesas y repartir a los comensales de 4 en 4 o de 6 en 6, pero mejor de pie y así puedes charlar con éste y con aquél.
La comida, el catering, es bueno aunque normalito en sus ideas, nada que no hayas comido ya cien veces. Hamburguesitas, embutido, queso, berenjena con salmorejo... cosas muy de aquí, de esas que suelen gustar a todo el mundo. Sin sorpresas, rico, apetecible. Además es todo servido con profesionalidad, dejando tiempo suficiente entre bocadito y bocadito y teniendo siempre a mano un vaso de cerveza, vino o refresco. En resumen, un quebradero de cabeza menos.
En DolceCity Madrid: Almagro