
Ese enfado también lo tienen los de este mercadillo vintage con aires de pueblo. La idea es básicamente comprarles ellos directamente el producto a todos los productores que puedan, desde frutas hasta panes pasando por conservas y demás, para poder ofrecerlo al cliente a un precio aceptable para la gran calidad que tiene el producto. Eso significa que no es barato, de hecho mucho más caro que en un supermercado cualquiera, porque la calidad del producto es grande y su producción pequeña, pero no son tan abusivos como pudiera parecer. En definitiva, son precios asumibles.

Se puede encontrar de todo mientras sea de temporada, eso quiere decir que siempre tienen pan rico y rústico, pero no siempre tienen todas las frutas y verduras, aquí no hay ni rastro de invernaderos raros y productos extraños para tener sandía en diciembre e higos todo el año. Otra buena noticia es que también tienen una sección de comida para llevar, por si no apetece cocinar, y también todo muy sano y del momento en este tema. Está todo un poco lleno, quizá demasiado, y los animales son bienvenidos (perros, al menos).

Mención aparte merece lo cuidado que está el entorno, como de granja de toda la vida, con mucha madera y objetos que parecen sacados del rastro. Se agradece que cuiden los detalles. Igual que cuidan los detalles con el cliente, puedes preguntarles lo que quieras, incluso cómo hacerte con ese tipo de productos sin tener que ir a este lugar, y ellos te asesorarán, tienen un punto de nutricionistas realmente.
En DolceCity Madrid: Kiki Market