
Una vez probado este plato, imprescindible, se puede seguir por su tabla de quesos, que no es barata pero merece la pena. También muy bueno el surtido de croquetas, las hay de txangurro, de queso, de jamón... quizá las más melosas que he comido en mi vida, tremendas. En el otro lado de la balanza quizá la decoración, muy minimalista pero sin pretenderlo, es decir, poca cosa. El trato de los camareros es genial, pero no baten récords de velocidad... A mí me gusta más para tapear que para comer en plan mesa y mantel, o incluso para una cosa rápida entre horas.

La terraza es muy agradable, con unas sillas mullidas que no suelen verse, y que a partir de la segunda copa sin duda se agradecen. El lugar de la terraza es inmenso, lo cual también se agradece porque da bastante intimidad para conversar con los amigos. Además no suele estar totalmente lleno, con lo cual no hace falta reservar. En fin, un sitio divertido, de comida desenfadada pero muy reconocible y con ambiente tranquilo. Uno de esos sitios que siempre te solucionan un plan rápido.
En DolceCity Madrid: Tavico