
Llama la atención la cámara, como de hace cien años, pero engaña: dentro lleva una cámara de fotomatón de máxima calidad y fiabilidad. Nada de darle a la manivela, o esperar un cuarto de hora a que se revelen. También es un punto a favor que tanto el atrezzo para hacer el tonto (que es de lo que se trata) como el fondo del photocall están a juego. Es decir, si eres un viajero empedernido, elige el fondo tipo Willy Fog y te darán utensilios para que demuestres lo viajero que eres con una sonrisa mientras salta el flash. También se ofrecen (avisando con tiempo, obviamente) hacerte un photocall único, accesorios incluidos. Como muestra de su éxito, un botón: ya han salido en Casilda se Casa (Vogue).

Es una emprea joven, tan joven (ni un año de vida) que no tienen sede física, pero en cuanto entréis en contacto con ellos y os fijés en los detalles (factura personalizada en bolsa a juego, trato amable, 100% disponibilidad...) veréis que tiene futuro. De hecho, mejor aprovechar ahora que como son nuevos tienen buenos precios. Seguro que con el éxito llegan las subidas de precio.

Lo bueno de no ser un fotomatón al uso es que se pueden hacer fotos de grandes grupos, el espacio no importa. Lo bueno de ser fotomatón y no photocall con fotógrafo humano es que las fotos salen al momento, no hace falta pedírselas al organizador de la boda o evento, y además sabes si has salido bien, mal o regular al momento.
En DolceCity Madrid: El Flash de Lineta