
Marcello y Andrea son los dos italianos responsables del local, que va perfectamente conjuntado al estilo molón del barrio: bicicletas de todos los formatos y posiciones decorando las paredes, muebles vintage y de diseño… todo agradabilísimo a la vista. Uno de esos sitios que invitan y que apetecen. Por cierto, una curiosité: ¿os habéis fijado en cómo está creciendo lo de las bicis en Madrid? A ver si dentro de poco la ponemos a la altura de Amsterdam, París, Dublín o, sin ir más lejos, a la altura de varias ciudades españolas que ya tratan a las bicis y a los ciclistas con muchísimo más cariño que en nuestra querida ciudad.

En cuanto a mi experiencia en el garito de las tres vocales, os diré que en menos de un mes ya me he pasado dos veces por allí. El primer día entré a tomarme un refrigerio, y me encontré con el fresquito Spritz italiano, no pude resistir la tentación: vino blanco seco y agua mineral con gas, aunque las recetas van cambiando a gusto del camarero, ¡ah! pero eso sí, que no se les olvide la rodajita de limón que da su toque inconfundible.

El segundo día vine a comer y decidí apostar fuerte: pizza de chorizo. Crujiente y rica, de porción moderada, más que nada me sirvió para abrir boca. De segundo vino una lasaña de carne con su quesito por encima servido en un plato de barro, como debe ser. Las porciones no son muy grandes pero sales satisfecho. A veces se agradece que la pasta no resulte pesada y más por la noche. No recurrirás al bicarbonato, ¡te lo prometo! I promise you this, Cheryl!

Algunas notas a pie de página: los camareros sirven rápido así que si tienes prisa es ideal, algunos platos parece que se sirven calientes pero son fríos, como por ejemplo la ensalada de verduras y queso ahumado. Mi acompañante la pidió pensando que sería una ensalada en caliente pero no, aún así si pides que te pasen las verduritas por la parrilla lo hacen con mucho gusto.
Fotos: Aió
En DolceCity Madrid: Aió