
Julia lleva en el 42 de la calle Pez desde el 12 de abril de 2003, o sea, que en breve cumplirá 11 años apoyando su espalda en la misma pared. Aunque Julia se ausentó de su pared favorita desde noviembre de 2010 y hasta casi un año después, cuando tuvieron que llevarla a talleres a restaurarla. La razón os la podéis imaginar: unos vándalos le rompieron el pie izquierdo, la desencajaron –vete tú a saber cómo- y la llenaron de pintadas (a día de hoy también “luce” unos pintadas en los libros que sostiene en su brazo derecho… ay, nunca aprenderemos…).

El origen de esta estatua se remonta a una leyenda del siglo XIX según la cual las chicas no podían entrar a las clases de la universidad; y había una estudiante llamada Julia que desarrolló en secreto una forma de saltarse aquella absurda norma: disfrazarse de chico y acudir a las clases de la Universidad Central. Basándose en esta leyenda, el escultor Antonio Santín Benito creó a Julia (aunque oficialmente la llamó “Tras Julia”).

Julia es una de las cuatro estatuas femeninas de bronce que los habitantes del barrio de Malasaña han podido ver por sus calles, las otras tres: la joven caminando de la Plaza de San Ildefonso, la lectora empedernida de la Plaza del Dos de Mayo; y la paseante de la calle de la Palma.
En DolceCity Madrid: Julia, la estudiante de Malasaña