
1) Café Comercial: Este sitio debería añadirse a nuestra lista de 5 lugares para quedar en Madrid. Su ubicación es sencillamente perfecta: en calle Fuencarral, justo a la salida de una de las salidas del metro Bilbao, junto al kiosko ese tan mítico que vende películas a 1-2-3 euros. Su interior no decepciona: esos aires imperiales de gran cafetería con años de tradición y mucha vida en su interior (que si tertulias literarias, que si reuniones de guionistas, que si presentaciones…). Se fundó el 21 de marzo de 1887 y es un café de la Edad de Oro que merece ser refrescado con nuestra visita de cuando en cuando, para que siga dando guerra.

2) El Brillante: Unos bocatas de calamares que no se los salta ni Gervasio Deferr, que no os vengan con historias. Son carillos, sí, pero aquí no dan gato por liebre: baguette crujiente por fuera y tierna por dentro (esto lo cuidan mucho, yo jamás me he encontrado un pan duro o frío o desabrido) y bien surtidita de calamares, ningún regateo en cuanto al producto. Una cañita para acompañar y listo. Si vas con alguien, lo mejor es comerlo de pie tras meter codos y haceros con un sitio en la barra, como se ha hecho toda la vida.

3) Café Gijón: El Café Gijón es, de hecho, tres “cafeses gijones”: uno es La Terraza, otro La Taberna y el otro es el Café Gijón más conocido, el de Recoletos. Abierto en 1888, un añito después del Comercial, esta cafetería puede fardar de clientela ilustre desde sus comienzos: Pérez Galdós, Ramón y Cajal, Gómez de la Serna, Pío Baraja y muchos más de este corte. Del corte “cómo lo petamos en el mundo de las letras”. Cuando veáis a esa gente en Starbucks escribiendo en su portátil no digáis eso de “un moderno escribiendo la novela de su vida”… ¡los que escriben la novela de su vida van al Café Gijón!
Por cierto, que el pasado 17 de febrero, el actor (y próximo villano en “Torrente 5”) Alec Baldwin visitó la Taberna del Gijón (Almirante, 30) y le sacaron esta fotaza que colgaron en su Facebook. Con ese tipín que ha echado seguro que no se pidió el café con leche desnatada, ¡Alec, bandido!

4) El Tigre: Que si las tapas son tan grandes porque están recalentadas de otra mesa, que si la calidad no es nada del otro mundo, que si exceso de fritanga… Mire usted, si quiere comer fisno se va al bistrot ese donde ponen tapas francesas (un sitio genial, por otra parte). Aquí se viene a beber sangría, vaciar botellines y, por el camino, darle unas ganchadas a esa paella, alitas de pollo o lo que se tercie. El encanto de El Tigre es este: uno puede comer cerdo en un ambiente de camaradería total con otra gente que también ha ido a ponerse cerdaca. Esto es como el cine, que se disfruta más con la experiencia comunal. Yo creo que es un sitio imprescindible para según qué días y compañías.
5) Casa Labra: La fama de sus croquetas se extiende más allá de nuestras fronteras, ¡hay chinos que entran con la cámara de fotos en ristre! Además, está en pleno centro de Madrid y como inicio de una ruta turística se nos antoja fenomenal, un “nos tomamos unas croques y un par de cerves y empezamos a patear”. No, jamás he dicho en voz alta “croques” o “cerves”. Pero todo es empezar…
Fotos: Café Comercial, Café Gijón y Autor
En DolceCity Madrid: Café Comercial, El Brillante, Café Gijón, El Tigre y Casa Labra