
Dicen los dueños (que son los mismos que llevan La Musa) que su inspiración para este sitio tan original son dos: la playa y la luz. Y oye, se nota. Porque su comedor es como tumbarse a comer en la arena de una orilla de playa, se come en cojines sobre el suelo, las luces de la planta de abajo le dan un ambiente de intimidad muy agradable… y no es que a mí me gusten mucho los experimentos con los temas de comer (aquello de “con la comida no se juega” se me grabó a fuego de pequeño), pero sin duda es algo distinto que hacer en Madrid. Y en una ciudad con tanta variedad como esta, eso tiene que valer al menos un mini-punto, ¿no?

Pero vayamos al lío, la comida: se ven buenas maneras y hay destellos brillantes aquí y allá pero al terminar me quedé un poco como en La Musa, con una sensación de “está rico pero ahora mismo me iba al McDonald´s”… porque una cosa es poner poca cantidad y otra cosa es directamente el tacañeo. Pero fui con una amiga que quedó más que complacida, así que la regla debe ser esta: si sueles comer poco en tus salidas, te encantará.

Si, por el contrario, te gusta salir rodando, sigue buscando. Tienen ensaladas de todo tipo, wraps rellenos de picante de gambas, parrillada de verduras, coca de mozarella con tomates cherry, patatas rellenas, noodles con setas y jengibre, jabalí con ali-oli de miel y sobrasada, brochetas de pollo con sésamo y mucho más.

Tienen degustaciones de primeros y segundos (quizá esta sea una buena opción) y postres muy alegres: cheesecake, brownies y mousses pero con el giro original y divertido de la casa. Para una salida distinta, yo lo recomiendo.
Fotos: Ojalá
En DolceCity Madrid: Ojalá