
Empecemos por el nombre. ¿Qué es un “alambique”? Pues un invento de un persa muy listo que respondía al nombre de Al-Razi y que tuvo a bien, allá por el siglo X, producir fragancias, medicinas y licores a partir de frutas fermentadas. Esto lo consiguió con el alambique en cuestión, un aparato para destilar líquidos primero evaporando con calor y luego condensando con frío. Ese tubo gigante que cuelga del techo al entrar en la taberna, eso es parte del alambique (si colgara una morcilla gigante del techo la taberna se llamaría “La Morcilla”, ¿estamos?). Pero no, lo mejor de este post no esta lección de historia, sino cuando hablo de lo que podéis degustar allí: unas raciones para batir palmas.

A saber: una musaka como no la he probado ni en sitios griegos, un salmorejo espectacular, unas berenjenas a la miel poderosas, un pollo al curry efectivísimo… y los postres, ¡qué tarta con chocolate blanco, menudo flan de café! Si queréis ir a tiro hecho, la musaka es exitazo, no lo dudéis.

La decoración es entre hortera y clásica, que si extrañas fotos familiares en blanco y negro, que si cartelas de marcas publicitarias, radios de museo y otra ornamentación de tiempos pretéritos… En fin, El Alambique es una joya en una de las callejuelas próximas a Huertas. Mejor reservar si vais en grupo.
En DolceCity Madrid: El Alambique