
Un sitio amplio y luminoso, con las mesas separadas (¡saltó la sorpresa!), una planta de arriba por si se llena el salón principal, y con un rosario de delicias para desayunar en plan homenaje. Atended: desayuno tradicional con pan rústico (tostas de pan crujientitas con su mantequilla y mermelada + café con leche en condiciones), desayuno andaluz (esa barrita española con su tomate y su aceitito –pídete esto cuando te vayas de vacaciones a Londres… ¡suerte, amigo!-), desayuno francés (croissant, napolitana o esa apuesta segura que es el pan au chocolat) y un variadito con lo mejor de todos ellos para compartir si vas acompañado. Ah, huele a pan recién hecho, a gloria. El pan es artesanal, claro.

El árbol de dentro de La Rollerie es una opción de diseño y una declaración de intenciones (aquí hemos plantado algo muy importante), y es que este nuevo local tiene mucho más que ofrecer aparte de desayunos: brunchs (¡hasta las cuatro de la tarde!), tostas, quiches, bocadillos, sándwiches y hasta hamburguesas. Además, platos especiales como brochetas de pollo Satay, raviolis de calabacín o empanadas de maíz. Y si necesitas un dulce para rematar “no preocuparse”, que puedes elegir entre tartas, bizcochos, yogures helados, tortitas, gofres y más.

Que traigan la cuenta en un tarrito tipo cubo de basura en miniatura mola casi tanto como las cuentas-en-VHS de Zombie Bar. A mí estos detalles me ganan, chavales. Y que me vaya lleno y satisfecho, como es el caso, más.
En DolceCity Madrid: La Rollerie