
Nada más entrar te encuentras con esas vitrinas enormes llenas de helados con una pinta deliciosa todos, y luego además tienen ese remate de ponerle una galleta o una barrita de chocolate ahí dentro para hacerlos aún más apetecibles si cabe. Tienen sabores para aburrir: pistacho, brownie, profiteroles, chocolate y chocolate fondant (¡sí, el de los donuts de choco! ¡era necesario!), oreo, turrón, vainilla, yogur, menta, fresas con nata, pasas al ron (un sabor que no he probado en mi vida pero ahí sigue desde que soy pequeño, algo tiene que tener), sandía, tiramisú y muchos más.

El tema es que entré en el sitio tan deshidratado, casi arrastrándome, que más que un helado me apetecía algo más inmediato y opté por un granizado. No os mentiré: no soy el mayor fan de los granizados, pero de vez en cuando, ¡qué bien sientan! Me pedí uno mediano de café helado: TREMENDO. Con un potente sabor a café, un toque dulce más presente de lo esperado pero muy agradecido y un hielo lo suficientemente picadito como para ir tomando al tiempo que se va derritiendo por abajo. Que en esto de los granizados también hay que saber hacer las cosas.

El amigo con el que fui optó por uno un poco más clásico: un granizado de limón. Tienen muchos más sabores, y además, horchatas, batidos y tartas. Un sitio efectivo con granizados de primera, con su terracita y bastantes mesas como para encontrar sitio casi siempre.
En DolceCity Madrid: Kalúa