Los
Jardines de Sabatini componen uno de los sitios más agradables de Madrid. No solo por la belleza del lugar, sino sobre todo por esa cualidad que tienen de aislarse del ruido del tráfico y el trasiego de la ciudad. Es curioso que en una zona tan frecuentada por turistas y madrileños estos jardines sean
un remanso de paz en los que descansar entre horas del trabajo, leerse el periódico o, simplemente, pasear por ellos.
Los Jardines empezaron a construirse en 1930 donde estaban
las caballerizas del arquitecto Francesco Sabatini, pero fue en 1970 (bajo los diseños del arquitecto zaragozano Fernando García Mercadal) cuando adoptaron el aspecto que ha mantenido hasta nuestros días, con esas filas de escaleras que te conectan de inmediato con el Palacio Real. Su estilo es el de los jardines afrancesados, con formas geométricas y amagos de laberintos en sus hileras de arbustos (hace poco descubrí que el padre de la actriz Juno Temple le diseñó a su hija un laberinto cuando esta era pequeña y me quedé fascinado, ¡quiero recorrer jardines laberínticos en Madrid!).
Me gustan mucho estos jardines porque sin contar con un espacio gigantesco, consiguen sacar el máximo partido de sus armas: hay
muchos árboles y arbustos de distintos tamaños, vegetación bien cuidada, y varios bancos para sentarse. Algo muy de agradecer ya que en otros parques hay un cuidado estupendo de la vegetación… ¡pero un cuidado escaso del visitante! Aquí para sentarse no hay que hacer cola, siempre encontrarás un sitio libre.
Están al lado del Palacio Real, a dos pasos de la Plaza de España y con todo el centro de Madrid a tiro de piedra; por lo que una visita a estos jardines no pueden entenderse sino dentro de un plan más ambicioso que involucre al menos otro par de sitios (si quieres rematar la jornada comiendo en el
Rey de Tallarines o, mejor aún, en “el chino clandestino” de los bajos de Plaza de España nadie te lo va a reprochar, ¡de sitios auténticos vive esta ciudad!).
En DolceCity Madrid: Jardines de Sabatini