
No os puedo hablar de la calidad de su comida porque nunca he ido a comer allí (¿quién va a propósito a comer a la cafetería de una librería?), pero de lo que sí os puedo hablar es del ambiente que hay, del servicio y de las bebidas frías y calientes que sirven; he ido suficientes veces solo y acompañado para conocer estas cosas medianamente bien. La verdad es que sus menús de mediodía tienen muy buena pinta y parecen muy sanos (tipo “sopa de cebolla, ensalada de rúcula con queso de cabra, pastel de alcachofa con carne picada”) pero como os digo, aún no tuve ocasión de catarlo.

Respecto al ambiente: excelente. A pesar de que suele estar muy frecuentado, no hay exceso de ruido, salvo un viernes tarde-noche que los decibelios aumentan un poco (lógico). Será que todos son, somos, gente muy educada y/o que vivimos para adentro, absorta en nuestros libros, y no damos mucho la lata a los que nos rodean. La decoración ayuda a esta armonía y tranquilidad: mesas y bancos de madera, lámparas que cuelgan del techo, espejitos, columnas… todo mono-pero-discreto.

Predominan las parejas jóvenes y los kidults (entre los que, sin duda, me encuentro). Los camareros son majetes, pero me falta una pizquita de calor en el trato y algo más de diligencia, y no me refiero a la película de John Wayne. Mis lattes y capuccinos siempre me han parecido muy ricos, pero encuentro la carta de tés y cafés algo corta. En bebidas frías tampoco tienen un festival, pero supongo que para eso tienen El Garito, el local de copas de La Central, ¡esta librería tiene de todo!

En definitiva, un sitio que merece mucho la pena si quieres echarle un vistazo al nuevo libro que te hayas comprado mientras saboreas un buen café o le das unas ganchaditas a alguna de sus tartas/muffins/pasteles. Tengo muchas ganas de probar su brunch (mira en la galería de fotos de este post las fotos con las que nos tientan), ya os contaré.
En DolceCity Madrid: El Bistró de La Central