
Pues sí, gominolas. Y las venden de forma muy original y divertida: en botecitos más grandes o pequeños, eso lo decides tú, y siguiendo un conjuro que también puedes elegir. ¿¿Un conjuro?? Sí, verás, se trata de mezclar “tu propia pócima” de golosinas en un botecito para darle un uso: ¿quieres que tu novio deje de roncar? Pues le colocas el hechizo que toca (“¿Cuántos codazos contra ronquidos has dado? Con pelos de gigante, estrellas de la Atlántida y el conjuro Abracazum... ¡problema solucionado!”) y usas las gominolas indicadas para que el hechizo “funcione”.

¿Qué hay alguien en la oficia que te cotillea las cosas? Pues un botecito de “patas de jamón” y el conjuro correspondiente: “Las patas de jamón son uno de los ingredientes del conjuro del cotilla. ¡Que nadie pueda espiar tus cosillas!”. Todos los conjuros son creaciones suyas y a mí me parecen divertidísimos y una forma de comer y regalar golosinas que no puede sino alegrarnos el día. ¿Verdad?

Este concepto “smart-candy” (el nombre del concepto me lo acabo de inventar, pero sí cuaja recordad que yo fui el primero) lo he visto en otras ciudades como Amsterdam o Barcelona, pero en plan “enfermería de chucherías”, rellenando botes como de tiritas o aspirinas con las gominolas, que también mola, pero me gustan más los conjuros de Abracazum!
En DolceCity Madrid: Abracazum!