
¿Que qué es eso tan impactante que te distrae del capuchino y la barrita con aceite y tomate? La decoración. El mejor reclamo, y triunfo indiscutible, de este local a medio camino entre la coctelería vintage, la cafetería de barrio (la clientela a primera hora de la mañana es la misma que en “Bar Paco”) y el cajón desastre más estiloso que te puedas imaginar. Cuadros de exposición (la mayoría a la venta, se renuevan cada mes), lámparas de la casa de tu abuela, sillones, armarios y maletas, fondo de barra psicodélica con ¿pecera-mini bar de intenso color fucsia?, ventiladores, libros viejos, fundas de tigre cubriendo tresillos horribles, cajas de madera, cabezas de maniquíes con pelucas… ¿seguimos?

Arte, exceso, desconcierto, todo a la vez. Y todo tan bien mezclado como ese delicioso café con leche, con su espumita por encima y la galletita de regalo, que no falte de nada. El bizcocho de chocolate con almendras deja algo que desear, pero pretendo hincarle el diente próximamente al de limón, que suena de lo más interesante.

Tienen cañas, vinos, canapés, tablas de ibéricos y patés, copas, cocktails, batidos y zumos, y más de 40 marcas de ginebra con las que prometen preparar “el gin-tonic perfecto”. Si no acaba siendo tal, siempre nos quedarán esos trastos locos para distraernos.
En DolceCity Madrid: Pouss