
Con dos años ya de rodaje, IBWT está consolidando su idea de revolución mundial (o, al menos, madrileña): impulsar la bici como alternativa real de transporte urbano, sostenible y limpio. Y si es una bici eléctrica, mejor, que cuesta menos dar pedales y así “no llegas sudando al trabajo”, como dice Héctor, quien me atiende y me hace un pequeño tour por la tienda.

… Sí, “tour”, como los de Indurain, ya que tienen planta baja con un pequeño taller -donde trabaja Amador y te pueden reparar casi cualquier cosa que les lleves- y un montón de accesorios a la venta (radios de colores, cubiertas, ruedas, bujes, pedales) para customizar la bici a tu gusto. Uno de los más golosos: los “Yakkai”, cascos con funda que lucen como un sombrerito o gorra absolutamente cool. ¡Toma nota, Justin Timberlake! El más básico, el casco a palo seco, son 45 euros; con cobertura chula, entre 85 y 90 euros.

Antes de meternos en harina con el customizado (el noble arte de personalizar un producto acabado según el pie con el que te levantes ese día), aclaremos qué tipos de bici te puedes comprar en IBTW y cuáles son sus superpoderes:
-Eléctrica: Bicicletas de pedaleo asistido hasta 25 km/h y motor de 250W. Si te siguiera “asistiendo” pasados esos kilómetros por hora, ya estaríamos hablando de una moto. Y de un holgazán al manillar. Como me aclara Héctor, no es que una bici eléctrica “vaya sola”, sigue siendo necesario pedalear, pero cada pedaleo cuesta menos y rinde más. ¿Precio? (traga saliva) De 1.800 a 2.500 euros.
-Retro: Las bicicletas de toda la vida, las del pueblo, las bonitas. Pero mucho más bonitas de como las recordabas. ¿Precio? De 90 a 699 euros.
-Fixie: La rueda trasera y los pedales conectados por un único engranaje. En cristiano = bicis de un solo piñón y un solo plato. Ligeras, afiladas y atractivas. ¿Precio? Unos 550 euros. Según me cuenta Héctor, las fixies nacieron como un movimiento urbano en Nueva York: para terminar con el robo de bicicletas, los dueños empezaron a quitar los componentes innecesarios, reduciéndolas a lo más simple. El movimiento ha ido creciendo. Y ahora es casi tan grande como el virus ese de la película de Steven Soderbergh.

Respecto a la customización: a partir de un buen cuadro (“las barras esas que unen las ruedas, el sillín y el manillar” para los no iniciados) esta gente te arma escándalos mayores que los que componía MacGyver. Puedes elegir los accesorios con los que montar tu propia bici de la tienda (por ejemplo, unas molonas llantas de color verde fosforito) o traerlos tú de casa. Pueden recuperar el cuadro de una bici vieja a la que tuvieras mucho cariño, así que considéralo antes de donarla a las cunetas de España.

Lo mejor de todo: antes de soltar la pasta, ¡puedes darte una vuelta con tu bici por el Retiro! Esta gente realmente cree en la bicicleta. Por cierto, a comienzos de 2012 tienen pensando ofrecer el alquiler de algunas de sus bicis… ay, por favor, ¡que pueda pillarme una Firefly! ¡O una Fixie blanquinegra!
En DolceCity Madrid: In Bicycle We Trust