
Es a este artista galo como no podía ser de otra forma, a quien debemos estos jardines románticos, que a día de hoy conocemos como Parque del Capricho.

Durante su construcción, con la ocupación napoleónica, el recinto pasó a manos del general Agustín Belliard, quien lo utilizó para avituallar a sus tropas. Tras la expulsión de los franceses volvió a manos de la duquesa, que mandó proseguir los trabajos hasta su muerte.
En 1844, tras largos años de desidia, terminó siendo subastado y dejó de ser patrimonio de los de Osuna.

Durante el gobierno de la Segunda República fue declarado Jardín Histórico y construyeron en él un bunker subterráneo que sirvió en 1939 como centro del Estado Mayor del Ejército. Un lugar especialmente práctico en los últimos días de la Guerra Civil, cuando Madrid estaba asediada y los bombardeos eran constantes todas las noches.
Gracias a la providencia, la aviación nacional, debía de desconocer este dato y el precioso parque se libró de lo que podía haber sido su destrucción total.
Ya en tiempos de paz, en 1943, fue declarado Jardín Artístico y tras estar durante décadas privado de la admiración de los madrileños, es en 1974 cuando el Ayuntamiento de Madrid lo compra con intención de restaurarlo y abrir sus puertas al público en 1978.

El proyecto de recuperación comenzaría allá por 1985 y aún a día de hoy todavía quedan algunas cosas pendientes, pero podemos plenamente disfrutar de este retiro de reyes y nobles.
Parque del Capricho