Los tocadores de antaño estaban repletos de piezas cargadas de artesanía y glamour.
Su diseño, tonalidades y contenidos exhalaban la ternura y delicadeza propias de la mujer con tanta precisión, que se han convertido en fuente de inspiración para la creación de cosméticos del presente. En los albores del siglo XX dos mujeres con miras se disputaron el pódium de la belleza.
Helena Rubinstein y
Elizabeth Arden fueron pioneras en ofrecer a la mujer artículos con los que sentirse más bellas.
Cada una de ellas buscó las estrategias comerciales más pertinentes para rivalizar y superar a su contrincante; así surgieron las muestras de productos como regalo a los potenciales clientes o la idea de que las cremas poseían efectos médicos capaces de regenerar la piel y transformarla.
Combatieron momentos de debilidad económica con ingenio e ideas brillantes. La pericia de ambas dio frutos a lo largo de los años y terminó siendo seguida por otros convirtiendo el sector de la belleza en uno de los que más divisas mueve en la economía mundial.
Los productos cosméticos son necesarios para cuidar nuestra piel y mantenerla en óptimas condiciones, pero la forma caprichosa en la que las estrategias de
marketing nos incitan, hacen que muchas nos convirtamos en auténticas yonquis de la belleza. En este sector, como en el de la moda, también rigen las tendencias. Hace unos años el minimalismo y la vanguardia con aires futuristas invadían el diseño y composición de la mayoría de referencias cosméticas.
Hoy el recuerdo del pasado se hace patente y el diseño retro propio de hace más de 90 años se convierte en objeto de culto y rememoración.
Así surgen
ediciones limitadas de las firmas comerciales y nicho, un elenco de nuevas referencias inspiradas en el pasado para dar color, cuidar y perfumar las pieles del presente. Entre ellas, algunos productos siguen vivos desde que se crearon como el bálsamo labial ‘Eight hours’ de Elizabeth Arden (en
perfumerías), un prodigio de restauración de las pieles secas y ajadas que ahora vuelve en edición especial con diseño vintage, para todas sus incondicionales.
Adentrándonos en la cosmética decorativa, tenemos a la firma francesa Bourjois (en
perfumerías) que ha sacado para la próxima estación una
edición limitada de sus emblemáticas sombras y blush en cajita, decoradas al más puro estilo art nouveau con la intención de que una vez acabadas, se conviertan en objeto coleccionable digno de guardar hasta eterna memoria.
Dentro de la refinada y exclusiva cosmética nicho, nos encontramos con
referencias que se encuentran al margen de la producción masiva, productos selectos tanto por su continente como por su contenido; un buen ejemplo: los jabones artesanales de Claus Porto (en
Le Secret du Marais), firma que recurre a las técnicas tradicionales de producción para hacer sus productos más consistentes. Por ello, muele siete veces el jabón ya que así quedan menos burbujas haciendo la mezcla más densa y conservando mejor la intensidad del perfume. Estas barras lujosas y cremosas son hechas con aceite de coco y enriquecidas en un 2% con mantequilla de shea para hidratar, proteger y nutrir los complejos naturales de proteínas de la piel. Lo más destacable es su
packaging,
envoltorios inspirados en las corrientes artísticas de las primeras décadas del veinte como el art decó, que nos transportan en cerocoma a la cuna de la moda de principios de siglo.
Otra de las firmas que no duda en recurrir a la estética retro a la hora de diseñar el continente de sus productos en Annick Goutal (en
Nadia), archiconocida por sus evocadoras fragancias y ahora también por su línea cosmética Splendide basada en la savia de la rosa. Sus frascos de perfume nos transportan a la estética decimonónica y a la fragilidad de la mujer de la época, delicada, dulce, femenina… Otra referencia perfumística indiscutible en el sector nicho es L’Artisan Parfumeur (en
Le Secret du Marais),
un diseño sobrio y elegante para contenidos vintage que evocan mil y una historias de amor y sensualidad para sociedades de hoy.
En definitiva,
parece que la incertidumbre ante los periodos de recesión, hace que las miras se pongan en el pasado por lo dudoso del futuro, la vanguardia cede el paso a la tradición y la artesanía y las estéticas se forjan a golpe de memoria. Por efecto de la crisis, las mujeres comprarán más labiales rojos, un claro guiño a la década de los 40, y las firmas cosméticas basarán su diseño en estéticas de antaño; ante semejante panorama, nos queda una cuestión: ¿cualquier tiempo pasado fue mejor?
Elizabeth Arden y Bourjois en
Perfumería OrientalAnnick Goutal en
NadiaClaus Porto y L'Artisan Parfumeur en
Le Secret du Marais