A mi me gusta que me regalen recuerdos. Momentos especiales que se quedarán conmigo mientras viva y que podré disfrutar una y otra vez con la ayuda evocadora y selectiva de mi memoria. Hace dos cumpleaños mi chico me llevó a tomar el té en el Ritz. Él sabía que su decoración me iba a impresionar y yo no le defraudé. Durante más de media hora recorrí extasiada estancias que un día fueron el sueño de Alfonso XIII. Fui acariciando sillas, mesas o libreros de época, deleitándome con mis pisadas mullidas sobre alfombras hechas a mano, admirando vajillas inglesas, y soñando con la sensación que el terciopelo de sofás y sillones dejan en tus manos. El té en si mismo fue como los de antes, servido con elegancia y absolutamente delicioso. Sándwiches de todo tipo y recién hechos, pastas de mantequilla que explotaban en la boca, scones caseros, mermeladas densas y cremas frescas y por supuesto las más exótica y variada selección de tés como el Earl Grey, procedente de las montañas del Himalaya, o el Diana Cazadora, mezclado por ellos mismos.Me gustó tanto que este verano he decidido darle la sorpresa yo y regalarle a él, loco por la pintura, tres días únicos en este maravilloso hotel. El Ritz tiene un programa cultural que dura hasta el 23 de diciembre y que me ha dejado impresionada.
Te proponen pasar tres días, dos noches, en su hotel, con el desayuno buffet incluido, una botella de cava a temperatura perfecta esperándote en la habitación, una cena en La Terraza, acceso a su zona wellness, y una entrada para el Reina Sofía, Thyssen, y El Prado, a partir de 434 euros por persona.
Aunque vivo en Madrid me ha parecido una manera de lujo de desconectar de trabajo y niños, de conocer de manera distinta estos museos, ya que por un suplemento adicional te organizan visitas privadas y guiadas a estos tres emblemas culturales de nuestra ciudad (una vez cerrados) y de mimarte junto a quien más tu quieras por todo lo alto. Y si os animáis a venir desde fuera, también os recogerán y llevarán al aeropuerto en coche privado con chofer.
No se qué es lo que esperaba Alfonso XIII cuando soñó para Madrid un hotel a la altura de los de París y Londres. Pero lo que nos ofrece majestuoso casi un siglo después es el lujo en estado puro, la decoración y el ambiente más exquisito que recuerdo, y un servicio que por su discreción y eficacia te harán sentir en un cuento.
Seguro que hay alguien con quien quieres compartir tres días eternos en vuestra historia. Tres días que inevitablemente harán surgir durante años la pregunta de las personas que se quieren:¿te acuerdas?.....El Ritz, una experiencia inolvidable.
En DolceCity Madrid: Hotel Ritz de Madrid
