
Pese a las virtudes nocturnas del sitio, que son muchas y así está reconocidas en el párrafo de arriba, yo prefiero el Twister Pepper en versión cafetería. Porque, al igual que tantos otros garitos, clubs y pubs de Dublín, cuando no ponen copas y música de baile sirven cafés y suena pop ligerito. Por las tardes no verás aquí pinchadiscos, sino camareros en un ambiente tranquilo e ideal para tomar algo. Tienen cafés ricos de verdad y cierto respeto por el producto. No sirven cafés (sólo) por servirlos entre actuaciones nocturnas y seguir haciendo negocio. Mi novia y yo pedimos cada uno un café distinto de los recomendados en su carta. El camarero, raudo y veloz, nos propone servirnos dos tazas de cada café para que así cada uno probemos las dos especialidades recomendadas. Y por el mismo precio. Por supuesto, aceptamos el trato.

Se trataba de unos cafés algo afrutados (¿llevaban algún tipo de cítrico? ¿era un café-té?) y bastante amargos. El camarero, como digo un hombre respetuoso con el café, nos aconsejó dejarlos reposar y no echarles leche ni azúcar, para no manchar el producto original. Luego, claro, mi novia se saltó la recomendación a la torera y le echó un sobrecito de azúcar moreno a la última taza, demasiado amargor para una misma tarde. Ahora, el gesto del camarero ahí queda, a ver en qué otra cafetería del centro de Dublín te vienen con estas. Cada café valía 3 euros, eso sí.

Aparte de los asientos, unos sofás de cuero con un puntito “diner” americano, tienen unas estanterías de libros que ayudan a darle el calificativo de “cool” a este local. ¿Sitio con estanterías de libros que se pueden hojear el tiempo que quieras? Sitio cool. Además, cuadros expuestos en las paredes con el precio debajo por si te lo quieres llevar a casa.
En DolceCity Dublin: Twisted Pepper










