
La forma del puente se parece al canto de una moneda de medio penique; y esa cantidad, medio penique, era el peaje que había que pagar por cruzarlo desde que se construyó en 1816 hasta más de un siglo después, 1919. El puente fue reformado en 2001 debido al deterioro que sufrían sus estructuras ante la gran cantidad de personas que lo cruzaban cada día (unas 27.000).

¿Y quién se llevó ese medio penique durante casi 100 años (bueno, unos pocos menos)? Pues un señor llamado William Walsh. Este hombre estaba al mando de siete transbordadores que trasladaban a la gente de un lado a otro del río. Dichos transbordadores se encontraban cada vez en peor estado y le dieron un ultimátum: o reparaba sus embarcaciones o construía un puente y se dejaba de tanto transbordador para arriba y para abajo. Walsh optó por la segunda opción, aunque puso dos condiciones: 1. Cobraría medio penique a todo aquel que cruzara el puente; y 2. Dejaría de cobrar dicha cantidad si los dublineses se oponían al peaje.
Como no se opusieron (en masa, al menos), el peaje siguió en pie y llegó a aumentarse a un penique y medio durante algunos años, hasta que se abandonó definitivamente en 1919.

Actualmente, el puente es uno de los más bonitos de todos los que cruzan el río Liffey (especialmente cuando está iluminado de noche), conecta una de las entradas de Temple Bar con Lower Liffey Street, donde se encuentran lugares más que recomendables como K-Ot-Ik o Taste of Emilia.
En DolceCity Dublin: Hapenny Bridge