
Natasha y su “comida vital” consiste precisamente en esto: comida bastante rica, comida toda ella sanísima y natural como una patata arrancada de la tierra... y comida considerablemente cara. Una mini-porción de tarta de chocolate y almendras, la porción más pequeña de una tarta que jamás cortó un ser humano, me costó cuatro machacantes. ¿Está tan rica como para costar eso? No. ¿Es más sana que cualquier otra porción de tarta que te puedes comer en Dublín? Probablemente, sí.

No sólo tienen tartas (de choco con jengibre, naranja y menta), también crackers para picar (de zanahoria y tomillo, indias y tailandesas), salsas, trufas, chocolatinas y hasta productos de belleza y para el cuidado de bebés (por supuesto, todos ellos “raw”). La textura y el sabor de la comida es ciertamente distinto al de la mega-hiper-procesada de los supermercados, ahora bien, que sepas que comer tan sano te va a salir un poco caro.
El negocio opera como una compañía “móvil”. Puedes encontrar sus productos aquí y allá, en ferias de comida, en algunos postres del Yamamori o en el Temple Bar Markets los fines de semana. Es como ese personaje misterioso de las películas: “Usted no me llamará, yo me pondré en contacto con usted”.
Un detalle que me encantó: si te registras en su página web para recibir su newsletter te dan una “frase secreta” que debes recitar “con tu mejor tono de espía” para que te den una porción de tarta gratis. Yo la conseguí, aunque debo mejorar mi tono de espía.
En DolceCity Dublin: Natasha´s Living Food





