Hace poco paseando por el Barrio Gótico en domingo, me sorprendí de la largas colas que se acumulaban en la calle Petritxol. Ya no me acordaba del poder de atracción de las granjas que allí se ubican, como Dulcinea, un auténtico refugio de invierno situado en lo bajo de la calle y la Pallaresa que nos ocupa hoy, ubicada en medio de Petritxol. Familias con niños, parejas, turistas esperaban pacientemente su turno en plena calle, a pesar del frío, para disfrutar de los que muchos consideran los mejores suizos de Barcelona por su excelente chocolate y nata casera.
Hace años que no voy a la Granja Pallaresa pero no hay duda de que es una de las granjas de referencia en Barcelona. Se fundó en 1947 y su logo en letras antiguas nos recuerda este vetusto origen. Su interior, en cambio, es más impersonal, aunque el espacio está decorado con grandes cuadros que dan continuidad al ambiente artístico y bohemio de la calle Petritxol, llena de galerías. Pero uno no va a la Granja Pallaresa a ver su interiorismo, sino a desayunar o merendar sus dulces y chocolates (no abre al mediodía). El suizo es un superventas porque su nata casera es deliciosa pero también es un buen sitio para disfrutar de un café y un postre artesano tradicional que también preparan con nota.
Flanes, crema catalana, churros (para acompañar su chocolate), ensaimadas, croissants… los clásicos postres y dulces no faltan en Granja Pallaresa para una ingestión de calorías que bien merece la pena. De hecho, es ya una tradición ir a comer su chocolate con churros o suizo tras un paseo por el Gótico y la Fira de Santa Llúcia aunque, si es en fin de semana, es muy posible que toque esperar, y, además, en la calle. Pero la espera tendrá premio.
En DolceCity Barcelona: Pallaresa