1. Palau de la Música
Una de las obras cumbres de Domènech i Montaner, construida a partir de 1905 para ser el nuevo hogar de la coral catalana. Una maravilla arquitectónica que embelesa por los detalles en la ornamentación interior y exterior y esa magnífica claraboya. A pesar de los escándalos acaecidos en los últimos tiempos sobre su gestión, quiero reivindicar el Palau como joya modernista que es, ¡mi favorita!

2. Casa Batlló
Es un clásico, sobreexplotado por el turismo, pero es una maravilla de la arquitectura modernista que merece estar en lo alto del podio. ¡Me encanta! Esta obra de Antoni Gaudí para el magnate del textil Josep Batlló lleva la fantasía del arquitecto hasta extremos insospechados gracias a las sinuosas formas de los balcones, la original fachada repleta de mosaicos de colores y el tejado escamoso que recuerda a un réptil.

Lo visité de nuevo recientemente con motivo de la pasarela 080 Barcelona Fashion y me volvió a sorprender su exquisita restauración que lo ha dejado ¡como nuevo! Pasear entre los distintos pabellones proyectados por Domènech i Montaner e imaginar cómo era la vida allí a inicios del pasado siglo es todo un desafío pues nada queda de la función sanitaria. En cambio, organizaciones mundiales y turistas de paso ocupan ahora sus metros cuadrados, de un orden y limpieza digno de aplaudir. ¿Lo mejor? La perspectiva que se ve sobre la Sagrada Familia: pura magia.

4. Casa Lleó i Morera
Muy cerca de la obra magna de Gaudí y recientemente abierta al público, he querido incluir esta obra de Puig i Cadafalch para reivindicar la labor de los numerosos artesanos que colaboraban en el Modernismo para lograr esos resultados tan espectaculares. La monumental vidriera del salón principal es un buen ejemplo, como el trabajo en porcelana de Eusebi Arnau y el de ebanistería de Gaspar Homar. En definitiva, aquí se puede apreciar tal vez el mejor conjunto de artes aplicadas de este movimiento.

5. Casa Comalat
Tal vez la menos conocida de las cinco, es obra de Salvador Valeri i Pupurull y puede presumir de tener dos fachadas de estilo bien diverso. La que da a la Diagonal recuerda, por sus formas sinuosas y coronación, a la citada Casa Batlló, aunque aquí la ornamentación en piedra de los balcones sustituye al mosaico multicolor. Más sorprendente resulta la fachada posterior que da a la calle Córcega, que exhibe un espectacular trabajo de cerámica policromada a cargo de Lluís Bru i Salelles. El onírico interior tampoco se queda atrás.
