
Se accede desde el ascensor del hall y hay un cierto control de puerta por lo que merece la pena arreglarse un poco para evitar posibles decepciones. Una vez en las alturas, las vistas se llevan todo el protagonismo, pues disfrutas de una panorámica única del skyline urbano. El interiorismo de Isabel López Vilalta pone en relieve el paisaje mediterrénao y toda la sala parece volcarse hacia la playa y el mar. Mobiliario bajo de diseño y una iluminación sensorial hacen del Eclipse un lugar en el que evadirse, mientras se toma un cocktail en compañía de una clientela internacional.

Yo fui entre semana y la mayoría eran jóvenes huéspedes del hotel con ganas de dejarse ver. Aunque hay que reconocer que el ambiente era de lo más animado, con un DJ que brindó una buena sesión de house ibicenco hasta que empezó a virar hacia ritmos más contundentes. En ese momento, tras tomarme una copa de champagne, decidimos irnos. La experiencia Eclipse, y la noche, comenzaba a perder magia...
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