
El sábado pasado quedé con dos amigos y tras disfrutar de la jornada de puertas abiertas en el Macba teníamos muy clara nuestra siguiente parada: una cafetería donde tomarnos un suizo en condiciones. Las colas nos desalentaron en un par de sitios y aunque en Dulcinea también tuvimos que esperar, decidimos hacerlo. Sabia elección pues lo cierto es que la cola fue rápida, ya que el local, aunque no lo parece desde fuera, es bastante grande. Cuenta con dos pisos y el superior es de generosas dimensiones con tres espacios diferenciados. Realmente me sorprendió comprobar la cantidad de gente que había tenido el mismo antojo que nosotros.
Familias enteras, parejas, grupos de amigos, compañeras de trabajo… todos compartíamos nuestro apetito por sus deliciosos suizos, la opción más demandada según pude observar. El chocolate no es demasiado denso pero el sabor no defrauda en absoluto, la nata está riquísima y el precio es más que correcto. Nosotros compartimos unos churros –solo quedaba una ración cuando pedimos- y unos clásicos melindros y la verdad es que no necesitamos nada más, ¡estábamos en la gloria! Me encantó comprobar cómo un local sin demasiadas pretensiones, con una larga historia detrás y que conocí hace años sigue seduciendo, tanto a las nuevas como a las viejas generaciones; se trata de uno de esos escogidos sitios donde el tiempo se detiene y solo está permitido disfrutar.
En DolceCity Barcelona: Dulcinea