
La marca tiene su origen en Italia aunque sus influencias son eminentemente anglosajonas. La cultura yanqui está muy presente en vaqueros, barras y estrellas por doquier y ese amor por el casual que los estadounidenses saben defender tan bien. Shorts desgastados, faldas con transparencias, calaveras… ver su lookbook es como entrar en el catálogo ideal para un festival de música como Coachella, donde las chicas combinan minifaldas con botas militares en una actitud desafiante, conscientes de su atractivo.

En el espacio de Barcelona, aunque el escaparate promete, lo cierto es que dentro la pobre disposición y el funcional interiorismo reflejan fielmente los bajos precios que se manejan. Y eso que el local tiene posibilidades gracias a sus de generosas dimensiones, con diferentes parcelas como si de un piso se tratara -antes lo ocupa, con más gracia, Bloom House-. La parte de la entrada es la que acumula más oferta aunque luego la atención va decayendo. Al final de todo se han situado los probadores que, de momento, parecen insuficientes a juzgar por las colas que se formaban el día que visité la tienda. Se nota que le falta algo de rodaje –apenas lleva un mes abierta-, ¿logrará coger el ritmo y quedarse como un agente más del shopping local?
En DolceCity Barcelona: Brandy Melville