
Y rápidamente comprendí el porqué de su éxito. Es un bar de reciente apertura que recupera el sabor de los de toda la vida pero con un matiz contemporáneo –su extensa carta de ginebras es un ejemplo- que lo hace irresistible. Este concepto atrae a una clientela heterogénea en la que se mezclan vecinos del barrio con jóvenes extranjeros bien informados y parejas que buscan su pequeño rincón de intimidad en un mix atractivo que favorece al negocio. Sus dimensiones son reducidas en el interior aunque cuenta con una agradable terraza en el tranquilo Passatge Calders, que supone otro elemento más a su favor.
Lógicamente, no hay que olvidarse de su oferta. Si te gusta el vino, podrás probar diferentes caldos por copas a precios muy competitivos dada la calidad –otro punto más a tener en cuenta-, pero también encontrarás otros refrigerios más sofisticados como el popular gin&tonic, presentado en múltiples variables, o el clásico vermut. Además, si te entra hambre puedes picar algo, desde platillos como hummus o carpaccio de pulpo, hasta bocadillos con un toque creativo. En homenaje al escritor Pere Calders también presentan platos mejicanos, como nachos y quesadillas, que rememoran el exilio del célebre autor catalán. Acogedor y con carácter, me ha seducido en mi primera visita. Seguro que no será la última…
En DolceCity Barcelona: Bar Calders