
Aquí no estamos hablando de vanguardia repostera, sino de una larga tradición, que se respira en el mismo local, con un horno de más de 150 años de vida y una estética clásica que va en sintonía con su oferta. Las vitrinas de la calle Princesa exhiben orgullosas dulces típicos como el brazo de gitano y las pastas de té, así como los postres de cada festividad importante sea la coca de llardons de Sant Joan como el tortell de hoy día de Reyes.

He pasado incontables veces por delante y la verdad es que su escaparate sí había llamado mi atención aunque no había caído que disponen de un espacio de degustación contiguo al que se accede desde la calle Montcada. Mis padres me revelaron este golpe escondido que ha hecho que aún mire con más cariño a Brunells. Porque en medio de negocios dirigidos en exclusiva a los turistas y de franquicias sin alma propios del Born, se agradece encontrar un oasis de autenticidad donde, encima, degustar exiquisiteces traídas del cielo. Demasiadas razones para no hacerles una visita.
En DolceCity Barcelona: Brunells