
El Club Solo nace como un local polivalente, repartido en cuatro pisos, todos de interiorismo moderno y sofisticado. En el segundo nivel se halla el restaurante, con sillas de metacrilato transparente que conviven con otras tapizadas y donde el continente prima más que el contenido, según me han contado quien ha ido a cenar allí. El primer nivel aloja los clásicos “reservados”, donde gozar de una mesa a partir de la compra de una botella. Aquí también hay habilitadas dos barras para los que no tienen reservado, una de ellas consagrada a cocktails como el mojito, algo a tener en cuenta pues es la única en todo el local donde sirven este tipo de combinados. Este piso está dominado por una escultura que sobrevuela el local y que supone un contrapunto intelectual frente al espectáculo humano que domina el ambiente.

La planta baja también funciona como lounge y pista de baile, para hacer los primeros contactos de la noche. Pero el Club Solo aún alberga otros dos pisos inferiores, súper exclusivos en los que celebrar fiestas privadas. No es extraño, pues, que se haya convertido en todo un referente en la escena barcelonesa, especialmente para un público pijo, y otro aspiracional, que consagra sus momentos de ocio al flirteo y al ver y ser visto. Así que si decides ir, no olvides tus mejores galas -el tacón es obligado-. Uno nunca sabe cómo puede acabar la noche...
En DolceCity Barcelona: Club Solo