
Se ha mantenido la estructura y los elementos básicos originales, como la disposición en dos pisos, la mesa de billar, la escalera y su barandilla de caoba, las bonitas lámparas de globos... Y también las características que lo convirtieron en el punto de encuentro de la zona alta, ya fuera de políticos como de universitarios. Una de las claves es su amplio horario, de seis de la mañana a tres de la madrugada, los 365 días del año, que han recuperado de su época dorada, los años 30 y 40, cuando abría las 24 h. Es por ello que en el Velódromo se pueden dar escenas curiosas, como, por ejemplo, un grupo de jóvenes que se toman unas tapas, una pareja de más edad que se toma su primera copa –hay hasta cócteles- y otros que cenan una comida tardía a base de los platos que propone el chef Carles Abellán.

Según reconoció el prestigioso cocinero el día de la inauguración, el pasado 6 de julio, se ha pensado en una cocina sencilla, de toda la vida, para que ésta no ganara protagonismo en contra del billar o el concepto de bar del local. Croquetas, embutidos, patatas bravas, mojama... para picar y otros platos más contundentes componen una carta amplia de cocina tradicional. Se trata, pues, de un café-bar-restaurante donde, por lo que parece, prima la tertulia antes que el aspecto gastronómico, ya que, según me han contado, algunos de los platos no llegan al aprobado.

Yo, por mi parte, me dejé caer por allí un lunes de agosto, cuando fui a tomar algo con un amigo para verlo con mis propios ojos, por lo que, de momento, no puedo juzgar la cocina. La verdad es que el ambiente está logrado, es distinto a los lugares de estética moderna y fría que abundan en Barcelona, pero aluciné que, con unas pocas semanas de vida, ya estuviera inundado de turistas. De hecho, había tanta gente que tuvimos que hacer cola en la barra, y mira que era ¡un lunes de agosto! Habrá que esperar a que se tranquilice el boom de la novedad para poder apreciar el Velódromo en todo su esplendor... ¡Bienvenido!
En DolceCity Barcelona: Velódromo