Estoy harta. No sé qué está pasando en Barcelona, pero el típico horario tardío español está desapareciendo en pos de un estilo de vida "más europeo". Así, cuando después de cenar, uno quiere ir a tomar algo, se encuentra con que los sitios que frecuentaba habitualmente ahora están llenos hasta la bandera. Entre la fiebre que le ha cogido a la gente con la coctelería y mi afición por ir tarde, se me está haciendo imposible disfrutar de sitios como el
Milano o el
Negroni. Pero, por suerte, siempre existen alternativas recomendables, como
Torre Rosa, una coctelería de primer nivel situada en una mansión indiana de principios del siglo XX en una zona alejada del centro, entre los barrios de Sant Andreu y Guinardó, y que la semana pasada cumplió su 22.º aniversario. ¡Felicidades!
Sin duda, su mayor reclamo –cócteles a parte- es su espléndida terraza. Un amplio jardín con pinos y palmeras lleno de mesas, en el que disfrutar de una velada tanto con un grupo de amigos como con la pareja, pues el ambiente se presta a todo tipo de ocasión. Mientras esperamos a que llegue el buen tiempo, podemos disfrutar de sus servicios en
el interior del local, de decoración sencilla y funcional, y articulado en dos pisos. Ambos disponen de barra, por supuesto, pero mientras el inferior se orienta más al baile –su música apuesta por ritmos comerciales, funky y soul-, el superior invita a sentarse a disfrutar de un buen combinado.

Y es que, aunque a simple vista no lo pueda parecer, en Torre Rosa sirven muy buenos cócteles. Sus barmans son profesionales con dilatada experiencia que dominan el arte de la coctelería como nadie.
A título personal, yo recomiendo que probéis su White Russian, puesto que lo hacen en vaso mezclador y consiguen que los ingredientes se diferencien en distintos niveles: exquisito en todos los sentidos. Aunque, estoy segura, que pidáis lo que pidáis, no os defraudará, porque son expertos en la materia. En definitiva, una opción muy a tener en cuenta para una noche tranquila y sosegada en la mejor de las compañías.
Ah! Y, por favor, ¿me guardaréis el secreto?
En DolceCity Barcelona: Torre Rosa