

La primera vez que fui, hace más de un año, me encantó y este pasado viernes volví y comprendí por qué guardaba tan buen recuerdo. Butacas cómodas, iluminación agradable y ambiente desenfadado es en lo primero que reparas. Al abrir la carta, te tientan platos en los que lo que importa es la calidad de la materia prima: tartar de solomillo con yogur de cerveza, pimientos rellenos de txangurro, sartén de berberechos frescos con guindilla... Tal vez no destaquen por innovadores, pero poco importa, hay variedad y calidad suficientes para contentar a cualquier tipo de público. Desde aquí, recomiendo enérgicamente el atún a la brasa, servido poco hecho, que se deshace lentamente en el paladar provocando un auténtico éxtasis gustativo. Para los que prefieran la carne, es aconsejable el chuletón a la parrilla o las manitas de cerdo rellenas de morcilla, aunque, lo mejor, es ir y elegir por uno mismo.
Los postres siguen en el mismo buen nivel que el resto de la oferta, al igual de la bodega. Esta última destaca por ser un buen reflejo de la gran variedad de DO que cuenta nuestro país, por lo que es un buen sitio para descubrir nuevas referencias de la mano de Ana López de Lamadrid, reputada sumiller y jefa de sala del Igueldo. Junto al chef Gonzalo Galbete forma un tándem que funciona a las mil maravillas. Keep up the good work!
En DolceCity Barcelona: Igueldo