En un post anterior, confesé
mi devoción por el vintage en ropa y complementos, porque es una forma asequible de llevar prendas únicas y especiales que mantienen su encanto a pesar del paso del tiempo. Pero
la verdad es qui mi afición se acentúa en los accesorios, básicamente por una cuestión práctica, porque, para mí, es mucho más fácil llevar con dignidad un bolso de los años 50 que un vestido estampado de los 70 –con los patronajes y telas que se utilizaban en aquella época-.

Por ello, cuando el otro día estaba paseando por mi adorado Raval y descubrí que
los de Le Swing, una tienda de parada obligada en el circuito vintage de Barcelona, habían abierto otro establecimiento dedicado íntegramente a los complementos tuve una gran alegría (y un pequeño desembolso económico, pues no me pude resistir a un impecable monedero negro en piel de cocodrilo).
Un paraíso en blanco inmaculado donde los zapatos, bisutería, bolsos, tocados, gafas de sol y un sinfín de pequeños caprichos tientan a los clientes en una puesta en escena lograda con grandes dosis de glamour y clase. Aunque aquí es donde los de Le Swing han concentrado algunos de sus complementos “estrella” (es decir, firmados por grandes nombres como Gucci o Chanel),
la mayoría siguen siendo de diseñadores anónimos, con lo que los precios no se disparan. Creo que ya sé donde tiene que parar Papa Noël estas navidades...
En DolceCity Barcelona: Le Swing