
En mi caso particular, padezco de corte-inglés-aversión, muy especialmente al centro de El Corte Inglés sito en la céntrica Plaça Catalunya de Barcelona. El rosa palo de sus paredes interiores siempre me ha provocado erupciones cutáneas, que tienen su explicación en la alta concentración de perfumes flotando en la atmósfera y el estrés provocado por la búsqueda de la escalera que baja y no la que sube. Soy consciente de mi torpeza, dado que, una vez tras otra, he podido comprobar que la dichosa escalera SIEMPRE está justo detrás de la de subida. Pero en mis intentos frustrados de abandonar el esquizofrénico edificio, nunca doy con ella.

Podríamos catalogar el espacio con la imprecisa etiqueta de “vestidos de boda” y la verdad que en rebajas una se queda asombrada de tanta variedad. El único problema: las tallas. Hacerse con una 38 es una ardua tarea.
En DolceCity Barcelona: El Corte Inglés